Nombre y apellidos: José Ramón Urízar Salinas

Etapa educativa: ESO y Bachillerato

Asignaturas o especialidad que impartes: Tutoría, Cultura clásica, Lengua castellana y literatura, Literatura universal, Latín, Psicología.

Colegio o ciudad en la que das clase: Salesianos El Pilar, Soto del Real

Cuéntanos algo de ti (qué estudiaste, formación, aficiones):

Podría decir que mi formación como docente, como los viajes de Ulises, ha sido un periplo bastante variado: diría de ella que es ecléctica, de base humanista, pero con gran interés en lo tecnológico, y sin rechazo, sino más bien con voluntad de encuentro, con otras áreas más pragmáticas, como son la economía o el emprendimiento. 

Podría decir que este viaje inició con la elección del bachillerato de humanidades, a pesar de haber seguido un itinerario de ciencias (rebeldía adolescente), y optar, tras mucho denuedo, por la carrera de Historia. A esta, sin embargo, la dejaría interrupta por un acuciante amor por las letras más puras y la lingüística, que me hizo virar hacia la Filología clásica.

Y es en pleno ecuador de la carrera cuando nació en mí un fuerte interés por el latín vivo, que me movió a participar en varios cursos de neolatín, de la mano de la Academia Latinitatis Fovendae, desde los que accedí a una serie de becas que me transportaron, primero, a California, donde me vi inmerso en una Rusticatio o campamento en latín (sí, existen), y de allí directamente a la Università Pontificia Salesiana, en Roma, caput mundi, donde experimenté el sistema italiano (cum gaudio), obteniendo el Baccalaureatum in Litteris Classicis Christianisque,a la par que recibiendo una formación humana y docente propia de los salesianos, a quienes tanto debo ser quien hoy soy. (Especial mención merece monsignore Cleto Pavanetto, tutor de mis prácticas, mecenas durante aquel año académico y, sobre todo, gran ejemplo de buen maestro y mejor persona: que Dios te tenga en tu gloria.)

Al terminar los estudios italianos, la nostalgia me hizo regresar, como si de Ítaca se tratara, a España. Aquí finalizaría mis estudios de licenciatura y realizaría el antiguo CAP para poder ejercer como profesor en educación secundaria.

Licenciado y habilitado para la docencia, aproveché un período de interinidad en la pública, de sustitución en sustitución, para realizar el Máster en Estudios Italianos y Título de Estudios Avanzados (TEA, lo que hoy correspondería con el máster predoctoral) y el doctorado en Lingüística latina gracias a una beca FPU del Ministerio de Educación.

Sin embargo, tras varios años de tesis decidí que mi futuro no se encontraba en las aulae magnae universitarias ni en la investigación, sino en la formación de los chicos y chicas adolescentes, mi verdadera pasión, por lo que, tras terminar el contrato predoctoral y pasar por una profunda crisis existencial, decidí abrir un pequeño centro de atención a los jóvenes y adultos con dificultades académicas.

Abrir mi propio negocio me llevó a profundizar en otras áreas para mí inéditas, como es el emprendimiento, y a formarme a través de MBAs y cursos específicos de digitalización, entre otros. Pero quizá lo más relevante y lo que mayor huella dejaría en mí sería el trabajo con estudiantes con dificultades en el aprendizaje y otras situaciones complicadas, que me animó a estudiar y graduarme en Psicología, especializándome en clínica y salud mental, especialmente a raíz de la pandemia y sus secuelas, buscando un mejor servicio y atención para mis estudiantes.

Recientemente, hace cuatro años, fui llamado para hacer unas sustituciones en Salesianos el Pilar, en Soto del Real. Supongo que mi pasión y labor fueron abriendo poco a poco la puerta para que cada año fuera asumiendo más materias y responsabilidades en el seno del colegio. Así, este año académico 2023-2024 han caído bajo mi égida las materias de Lengua castellana y literatura, Cultura clásica, Psicología y Literatura universal, así como una Tutoría de 2º ESO, agradecido por la confianza puesta en mí por el colegio y la dirección.

Por último, quisiera añadir que lejos de lo académico procuro también aportar algo, dentro de lo que el tiempo me permite, en varias asociaciones y grupos de trabajo como voluntario: en Cruz Roja, como profesor de español para refugiados; en ASEYACOVI, asociación de empresarios, como responsable de la comisión de formación; y en el club de ajedrez de Colmenar Viejo, como uno más que quiere disfrutar de este ocio tan sano y darlo a conocer a los más jóvenes.

Cuéntanos lo que haces:

Mi misión como docente es que el aprendizaje sea una experiencia completa, pragmática y, por supuesto, agradable. Para ello, procuro docere delectando (“enseñar deleitando”), es decir, transmitir a mis estudiantes que el estudio y la formación no es un proceso tedioso, sino que bajo esa species o apariencia aversiva que muchas veces se recibe del sistema, sean capaces de descubrir el gran tesoro que son los conocimientos y la oportunidad que supone la formación, de modo que, como el sommelier, vean que lo aprendido nos ayuda a degustar mejor nuestra vida y a hacerla más interesante.

En este sentido, soy defensor de que, más allá de professores, somos también educadores, y es que nosotros, como modelos, “educamos”, del latín educere, “extraemos”, por tanto, o “sacamos” de nuestros estudiantes lo mejor de ellos, acompañándolos en este difícil, pero interesante camino de la vida.

Siguiendo lo anterior, en las distintas materias que imparto procuro seguir las siguientes máximas:

primero, relacionar los contenidos con la vida, haciendo que algo tan remoto como el pasado se vuelva presente, que entendamos de dónde venimos para después reflexionar sobre nosotros mismos (gnôthi seautón, comodecían los griegos, o nosce te ipsum, los romanos) para así poder saber dónde estamos, quiénes somos y hacia dónde nos queremos dirigir;

segundo, entender que el aprendizaje es un camino sinuoso de errores y éxitos, dudas y preguntas, que vamos poco a poco puliendo, como simboliza Virgilio de manera magistral a través de esa osa que, a base de afectuosos lametazos, va dando forma a su vástago recién nacido;

tercero, que somos un ser integral, no un mero cajón de conocimientos, por lo que –y ahora más que nunca– hemos de conocer los valores cívicos y cristianos que nos permiten vivir en concordia y comunidad y hacerlos crecer como granos de mostaza.

Por último, me gustaría terminar mostrando el valor que en mis clases tienen las nuevas tecnologías, pues, a pesar de mi formación humanista, creo que es un instrumento que, lejos de perjudicar a nuestra disciplina, es capaz de insuflarle una nueva energía, generando nuevas formas de expresión y conocimiento. Por ello, me preocupo por que mis estudiantes conozcan las herramientas que tienen disponibles, que sepan usarlas y sacarles su jugo, pero, sobre todo, que también tengan la capacidad de reflexión y crítica sobre las nuevas cuestiones éticas y morales que hoy en día se abren. ¡Y quién mejor que las humanidades para entrar en su debate!

Proyectos o actividades que quieras comentar o destacar:

Antes de mostrar algunas de las dinámicas y acciones llevadas a cabo quisiera señalar que, desde mi punto de vista, es enormemente fructífero dotar a los estudiantes de cierto empoderamiento en las actividades. Me refiero, en efecto, a darles cierta libertad en su diseño, y que, si bien reciben unas pautas marcadas por el profesor, tengan siempre un margen de maniobra para realizar pequeños ajustes o variaciones que puedan mejorar el resultado y que permitan, así, proyectar parte de su personalidad en el resultado. En efecto, si bien entraña algunos riesgos, estos se solventan, empero, con llevar un seguimiento de las acciones de los estudiantes, y la realidad es que hace que se revele en muchos de los estudiantes un potencial más allá de lo esperado, fomentando su creatividad y responsabilidad haciendo que sean un poco más dueños de su propio trabajo.

Una vez hecha esta apreciación, de estos últimos cuatro años me gustaría resaltar algunas acciones que creo que han sido muy positivas para nuestros estudiantes y de cuyo trabajo me siento especialmente orgulloso:

Entre los cursos de Lengua y literatura quiero destacar la creación, hace unos años, por propuesta del profesor, pero muy bien acogida por los estudiantes, de un “periódico de clase”, en el que los estudiantes han recabado noticias interesantes para ellos y se ha editado para obtener un resultado similar al de nuestros cotidianos.

En Cultura clásica, entre las actividades de realización de mapas, destacan los construidos en relieve mediante elementos naturales, como tierra o arcilla, que los dotan de una apariencia atractiva, un proceso creativo en el que prácticamente se aprende de manera “manual” los enclaves y accidentes geográficos más relevantes.

En la misma materia hemos realizado también redacciones autobiográficas sobre cómo había de ser la vida cotidiana de las mujeres, niños, soldados, etc. en Grecia y Roma. Además de la fase de investigación que supone conocer su realidad –muchas veces sorprendente para ellos– es un reto ponerlo en boca del mismo protagonista, que cuenta su propia historia, haciendo que el estudiante asuma también el papel de escritor y experimente nuevas formas de expresión.

En Literatura clásica, durante el presente año académico, junto a las tareas clásicas de comentario de texto, se ha propuesto realizar un texto creativo inspirado en los autores, géneros y épocas que trabajamos en clase. Se trata de una actividad novedosa, que, si bien al principio causa cierto temor en los estudiantes por la falta de experiencia, que es bien acogida al entender cómo funciona el proceso creativo y poder compartir con los compañeros el fruto de su trabajo.

Por último, quiero destacar también la labor llevada a cabo en Psicología, en la que apuesto por que los estudiantes se conviertan en verdaderos investigadores, proponiendo ejercicios en los que han de diseñar su investigación, seleccionar su muestra, recoger los datos, interpretarlos y devolverlos a través de un breve trabajo de investigación. De nuevo, a pesar de la inquietud inicial que produce internarse en actividades novedosas, poco a poco van degustando y apreciando una actividad en la que se ponen en movimiento muchas de sus capacidades, a veces desconocidas para ellos y que, para muchos de ellos, acabará siendo su día a día en lo laboral.