Nombre y apellidos: Cristina López Rogel
Etapa educativa: Secundaria
Asignaturas o especialidad que impartes: Matemáticas y Física y Química
Colegio y ciudad en la que das clase: Soto del Real- “El Pilar”
Cuéntanos algo de ti (que estudiaste, formación, aficiones…): Estudié Licenciatura de Ciencias Ambientales en la universidad de Alcalá de Henares. Me gusta mucho la naturaleza y hacer rutas por la montaña. Una de mis aficiones es leer, aunque durante el curso me cuesta mucho encontrar momentos para ello y mi pasatiempo favorito los fines de semana es quedar con amigos y familia a jugar a juegos de mesa o hacer algún escape room.
Cuéntanos lo que haces: He introducido en las clases de matemáticas 1º y 2º de la ESO juegos de mesa como herramienta para trabajar competencias, habilidades y estándares de aprendizaje necesarias en el ámbito científico, que trabajadas de otra forma suelen causar el rechazo del alumnado. A esta actividad se dedica media clase a la semana, es decir, unos 25 minutos.
Proyectos o actividades que quieras comentar o destacar:
Que a los alumnos no les gusta pensar y es algo que procuran evitar, es una realidad de la que me he dado cuenta tanto en los años como docente, como en mi época de estudiante en el colegio: en cuanto los alumnos se topan con un ejercicio que deben resolver y no lo entienden en la primera lectura se disponen a levantar la mano ágilmente para hacer saber al profesor su dificultad para la resolución, “si no lo entiendo, no lo hago, a mí que me lo expliquen”.
Desde hace unos años hay un cierto rechazo en las aulas a releer, repensar y desentrañar cualquier cosa que no se entienda rápidamente, es decir, hay un cierto rechazo a la cultura del esfuerzo. Ante esta dificultad, intenté resolver este problema de una forma lúdica, integrando la diversión y el entretenimiento dentro del aula. Decidí ponerme a jugar a juegos de mesa en las clases de matemáticas de 1º y 2º de la ESO, así los alumnos se ven en la obligación de pensar para resolver los retos que se les van planteando en diferentes momentos; en función del juego hay ocasiones en las que tienen que competir, otras veces la clave del éxito es la cooperación; y detrás de cada juego hay una manera concreta de pensar, una forma de enfrentarse a un problema, de buscar una solución, de razonar que opción es la mejor para conseguir el objetivo buscado… casi sin que los propios alumnos se den cuenta de que están pensando, y lo que es aún más importante, disfrutar haciéndolo.
¿Y en qué se fundamenta esta idea? En la neuroeducación (aplicación de los conocimientos de la neurociencia en el ámbito educativo), ciencia que se fundamenta en que ante un reto, el cerebro empieza a segregar neurotransmisores como la dopamina, que estimulan nuestra atención y con ella nuestra capacidad de aprender. Y eso es justamente lo que consiguen los juegos de mesa que usamos en las clases de matemáticas. Son juegos que podemos encontrar en tiendas especializadas y que cualquiera de nosotros podríamos tener en nuestras casas; ya que no se trata de dar más trabajo al profesor inventando juegos de mesa, si no utilizar los juegos creados por los expertos para gustar y aprovecharlos en las aulas.
Gracias a estos juegos podemos desarrollar fácilmente y de forma lúdica competencias y capacidades; algunas de ellas pertenecen a los estándares de aprendizaje del Bloque 1: procesos, métodos y actitudes en matemáticas, esos que se trabajan en todos los temas y en ninguno. Y otras habilidades más transversales, como memoria, velocidad de procesamiento, razonamiento o capacidad de atención. Habilidades que nos serían muy difíciles de poner en práctica de otro modo, pero que gracias al juego no solo no se genera un rechazo al análisis y al razonamiento, si no que genera en los alumnos un deseo de que llegue ese preciado momento.